Camino al desastre, por Gustavo Noriega


El próximo gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha dado dos, y sólo dos, muestras de lo que será su gestión en el área de Cultura. Las dos son preocupantes, usando la palabra “preocupante” como un eufemismo de alguna otra que denote la inminencia de una catástrofe. Si hay algo de lo que Buenos Aires ha podido enorgullecerse en los últimos años ha sido de la notable diversidad de la oferta cultural. En muchos casos, en la mayoría, probablemente, esa oferta ha sido provista, estimulada o gerenciada por el Estado. Así es que estos dos signos son gravísimos y afectan la vida de todos los porteños.


Lo primero y lo único que dijo Macri la noche en que ganó por amplio margen la Jefatura de Gobierno en el tema cultural fue anunciar, exultante, que iba a cerrar Ciudad Abierta, el canal gerenciado por el Gobierno. Es probable que Ciudad Abierta pueda ser mejorado pero ni la forma ni el sentido de lo que dijo Macri fue muy alentador. El argumento que señala que “no lo ve nadie” es bastante inexacto e insuficiente si proviene del Estado. Mucha de la programación es muy valiosa (pienso en el programa policial de entrevistas de Ricardo Ragendorfer, de las ficciones de violencia política
9 mm y de las entrevistas de María Moreno, para dar solamente tres ejemplos) y no es el criterio del ráting lo que debe sostener o no una programación estatal. La felicidad con que Macri anunció la quirúrgica medida y la euforia que despertó entre sus adeptos presagian un clima no solo contrario a la cultura, sino además propulsado desde un lugar de prepotencia inquietante.

Esa ominosa sensación no hizo más que confirmarse con la noticia que circula desde hace pocos días respecto de quien será el nuevo ministro de Cultura de la ciudad. Después de varias vueltas y suposiciones, se confirmó que el cargo será para el empresario editorial Luis Rodríguez Felder. En un principio se hablaba del coleccionista Ignacio Liprandi y hasta se dijo --y se sigue diciendo-- que durante la campaña había compilado una plataforma cultural para el PRO.

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Ahora, a través de dos entrevistas publicadas en Ambito Financiero el 18/10/2007 y en Página 12 el 21/10/2007, sabemos quién es Luis Rodríguez Felder, el nuevo Ministro de Cultura de la ciudad. Según sus propias palabras, cautivó a Macri y a Michetti con su idea de la cultura, ejemplificada con una anécdota totalmente superficial acerca de la supervivencia en el Amazonas gracias a un indígena. Las ideas de Rodríguez Felder, que se esbozan en ambas entrevistas son asombrosamente banales y crasas. Puede decir “Amo la música clásica” y como ejemplo, señalar que escucha en su auto la Novena Sinfonía de Beethoven. O afirmar que, como muestra de amplitud, también escucha a U2. O decir, para reafirmar su idea de la diversidad cultural “donde la música boliviana y peruana convive con cosas exquisitas”. O denotar odio e incomprensión hacia el arte de vanguardia y específicamente sobre el Centro Cultural Recoleta.

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Hubo una época en la que los conservadores eran gente culta y refinada y podían jactarse de tener entre sus filas a los mejores escritores, como Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. Hoy, los sectores de derecha parecen ser empresarios que se relamen en su ignorancia y que solo se sienten permeables a la influencia de la Iglesia Católica. Esta es una extraordinaria oportunidad para dar un cambio de timón y generar un gobierno que no por conservador sea bárbaro, que no por provenir de la derecha sea refractario a la cultura. Quizá no sea demasiado tarde.


Por Gustavo Noriega.

Publicado en Hipercrítico.
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